Wikileaks ha
revolucionado el sistema de comunicaciones. Desde su creación en 2006, esta
nueva organización internacional ha desequilibrado las bases del poder
político. Ha proporcionado a la opinión pública datos que los gobiernos preferirían
mantener guardados.
Este nuevo sistema
global de comunicación, fundado por Julian Assange, ha abierto el debate sobre
la transparencia informativa de los gobiernos y sus intermediarios, los medios
de comunicación convencionales. Todo ello, en el contexto de la denominada Web
2.0, donde la red se convierte en un espacio público, abierto a la
participación y opinión del usuario.
Wikileaks proporciona al internauta todos
los datos en forma de materia bruta, por tanto, se ha servido de distintos medios de
comunicación, los considerados cinco privilegiados (Le Monde, El País,
Der Spiegel, The New York Times y The Guardian), para dar a conocer dichas filtraciones.
El problema se encuentra en que los medios seleccionan de todos esos datos lo
más relevante, construyendo así la realidad social. Pero, lo más relevante
¿para quién? ¿Para la sociedad o para unas minorías? Ya que no podemos olvidar
que son empresas privadas pendientes de su cotización en bolsa y expuestas a
presiones gubernamentales.
Un ejemplo claro es
cómo los medios de comunicación españoles trataron la autoría de los atentados
del 11-M en Madrid. Como consecuencia, surgen dos hipótesis entorno a quienes
fueron los autores: la primera, apoyada por el Gobierno y la mayoría de los
medios de comunicación convencionales, que determinaban la autoría de ETA. Y
una segunda, apoyada por diversos
colectivos de ciudadanos, filtrando informaciones de medios extranjeros, que se
expresaban por Internet y a través de
sms, fundamentaban la autoría de
Al-Qaeda. Este hecho evidencia, cómo los medios convencionales se encuentran
sometidos al poder político y es, gracias al nuevo sistema de comunicaciones,
Internet, cómo los ciudadanos se convierten en actores de la opinión pública,
reivindicando sus derechos.
Volviendo al tema
anterior, el periodismo da al público hechos interpretados, por tanto, ¿las
acciones que realiza Wikileaks son propias del periodismo? O, más bien, ¿de una
fuente de información?
Víctor Sampedro en su
ensayo Wikileaks, la revolución recoge
que “Assange reivindica que Wikileaks hace periodismo científico porque ofrece
los datos y documentos originales que permiten la constatación empírica de su
veracidad por parte del público”. Pero esos datos, como bien dice, son
originales, se presentan como materia bruta, por tanto, no son interpretados. Y
el proceso periodístico necesita de un análisis e interpretación de los sucesos
que han ocurrido. A partir de aquí, se puede calificar a Wikileaks como una
nueva fuente de información, aunque con la sospechosa obtención de las filtraciones
que proporciona.
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