martes, 19 de mayo de 2015

Oisin Browne, intermediario entre dos países


El día se despierta soleado en Oranmore, un pequeño pueblo de la costa oeste irlandesa. Miro el reloj y todavía no son las 10. Con paso ligero, camino hacia el punto de encuentro con mi próximo entrevistado. Han pasado muchos meses desde la última vez que cogí grabadora, papel y boli, así que la mezcla de expectación, nerviosismo y entusiasmo vuelve a resurgir. Unas nuevas circunstancias apaciguaron la rutina periodística, pero no el olvido de una pasión (insaciable). 

Oisin Browne, Vicecónsul de España en Galway
Foto: Sean McCormark

Hoy vuelvo a estar detrás de las preguntas y en frente tengo a Oisin Browne, Vicecónsul Honorario de España en Galway. Sentados en una sala amplia y luminosa de un conocido hotel, con moqueta incluida, comenzamos la conversación.  El motivo principal son las elecciones del próximo 24 de mayo, de la cita autonómica y regional con las urnas. Pero otros temas “hispanoirlandeses” también están en mi mente. 

Hace un par de días me puse, por primera vez, en contacto con Oisin. Como nueva y dudosa emigrante, tenía cuestiones que resolver. Su rápida disposición amainó las preguntas que me surgieron al no pisar suelo español y querer votar: ¿Qué tengo que hacer para registrarme como no residente? ¿Cuál es la documentación requerida? ¿Plazo? ¿Lugar?




Preguntas que al ser contestadas discutían con ciertos matices informativos de la página oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores, la cual consulté previamente. Controversia que explico en la nueva revista En blancoBueno, después de hacer este guiño a mis compañeros, vuelvo con la entrevista.


¿Cuál es la labor del Viceconsulado? Browne, sencillamente, destaca la actuación de intermediario. Como Vicecónsul, se encarga del registro y renovación del pasaporte a los menores de 12 años, puede mediar en conflictos con la policía, en trámites hospitalarios o en defunciones. Además de apoyar a los comerciantes españoles que se atreven a emprender en este país.

Al hablar de proyectos comerciales, se aprecia el interés que despierta el tema en Oisin, pues más que Vicecónsul, él se define como un hombre de negocios. Es experto en marketing y ventas, accionista y autor de The Binman's Guide To Sellinglibro sobre negocios publicado en 2013. Además, durante dos años escribió en un periódico local, The Galway Advertiser, la columna quincenal Drop the Monkey Business.

Pero para saber cómo un experto en marketing llega a formar parte de la Embajada española en Irlanda, Browne me cuenta su primer contacto con la cultura española en  2003: “Antes de dedicarme a los negocios, fui músico. Tenía un grupo en Barcelona y vivía con 5 mujeres españolas, era como tener 5 madres”.

Su experiencia por el noreste de la península y el seguir en contacto con nuestro país, sin obviar su popularidad en la zona, provocó que desde la Embajada española le preguntaran si quisiera colaborar con el Viceconsulado en Galway. Así, tras la jubilación de su predecesor, Ann Tobin, después de 17 años  al servicio de la Embajada, fue nombrado nuevo Vicecónsul el año pasado. “Fue como un accidente. No lo estuve buscando, más bien, llegó” afirma. 

En cuanto a la relación que mantiene con la Embajada, Oisin explica que les traspasa aquellos casos donde él no puede intervenir: “ellos están ahí para solucionar lo que desde el viceconsulado no podemos”. Sus encuentros oficiales son contados. Dos veces al año se reúne en una recepción con el Embajador español en Dublín, José María Rodríguez Coso.

El entrevistado tiene claro que la figura de esta institución, en cualquier país, es fundamental en el apoyo a los emigrantes. “Es una necesidad” afirma el escritor y comenta las numerosas ocasiones en las que ha recibido llamadas de españoles preguntando qué tienen que hacer. Pues la situación de desconcierto es inevitable en la llegada a un nuevo país. En el caso de la ciudad que nos acoge, Galway, la cifra de españoles registrados oscila alrededor de 1.000. Pero la opinión personal de Oisin es que dicha cifra se duplica: “Vas por la calle y oyes hablar español a cada paso”.

Nuestro Vicecónsul se considera un enamorado de la cultura española y duda al definir al español medio. Nos conoce bien. Sabe que no puede englobar bajo un mismo concepto a los 46 millones de españoles: “España es un país muy grande. Si tu vas a Galicia te encuentras una cultura, idioma o gente muy diferente a la que puede haber en Barcelona o Andalucía”. Aunque si tiene que generalizar, define a España como un país abierto y trabajador.

Respecto al punto en común entre los dos países, Browne señala la forma de disfrutar la vida. En cuanto a la diferencia, lo tiene claro, la comida. Horarios y motivos distintos: “Los españoles cenan tarde y saborean la comida. Los irlandeses pronto y rápido”.

La conversación sigue en torno a la búsqueda de trabajo de los españoles, su inglés y las oportunidades que pueden encontrar. Ambos tenemos claro que los sueldos irlandeses son más altos que los españoles, trabajes de basurero, como hizo el propio Browne, camarero o periodista. Aunque me rebate la idea de la diferencia del nivel de vida. “He vivido en Barcelona y Alicante y no estoy de acuerdo de que aquí los precios sean más altos” comenta.

Es casi mediodía y la luz que atraviesa la ventana nos avisa de los cambios meteorológicos. Estar en Irlanda y no hablar del tiempo, es imposible. Es un factor que caracteriza este país. Su color predominante, el verde, es coloreado día a día por la mezcla de lluvia, viento y sol en cuestión de pocos minutos. Finalmente, el chascarrillo de la inutilidad del paraguas da por terminada esta conversación. Además es hora del lunch y como no, llueve.

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