miércoles, 13 de marzo de 2013

La perfección de la insensibilidad. Reflexión sobre Un mundo feliz, de Aldous Huxley.


Fotomontaje Un mundo feliz
A través del libro Un mundo feliz comprendemos la idealización de una sociedad perfecta, en la cual todo el mundo está conforme, siente que se encuentra en el lugar adecuado, sin necesitar nada de más, ni nada de menos. Dicha sociedad es la proyección de una dictadura sin insurgentes, ya que todos los ciudadanos viven en un vacío de conocimientos. Sólo saben hacer aquello para lo que han sido condicionados desde niños. Además, se trata de una sociedad carente de sentimientos.
Pero ¿qué es un ser humano que no siente? Simplemente, una máquina. Los ciudadanos de la sociedad descrita por Huxley actúan como robots, programados desde que nacen en una probeta. Es una utopía de cómo el ser humano puede ser completamente feliz.


Pero volviendo a la realidad comprendemos que es, como se ha mencionado anteriormente, la idealización de una sociedad perfecta, es decir, inconcebible en un mundo en el que el ser humano se guía por sus instintos y sentimientos. Por más que se intente controlar al individuo, a través de numerosos métodos y estrategias, en él va a primar su instinto. El ser humano piensa, siente, cree y, por tanto, actúa conforme a ello. Es un ser social por naturaleza, por ello no puede vivir aislado. Pero esto no quiere decir, que tenga que cumplir todo aquello que la sociedad le imponga y más cuando se trata de una sociedad autoritaria. La sociedad está formada por individuos que entablan una interacción con los demás. Las actividades de cada miembro se producen primordialmente en respuesta o en relación con las de los demás. Asimismo, el ser humano orienta sus actos hacia las cosas, todo aquello que puede percibir en su mundo, en función de lo que éstas significan para él. Por ello, debe haber un equilibrio entre los actos de cada uno de sus miembros. Y cada ser humano tendrá la opción de reivindicar sus ideas, intereses y derechos, ya que la sociedad en la que vive es libre y ningún ser humano puede estar por encima de otro, se encuentran en condiciones de igualdad.
Pero por desgracia, hoy en día, existe la inconveniencia de que no todo el mundo tiene o disfruta de esa concepción de libertad.

Y es que la sociedad en la que vivimos se parece cada vez más a la expuesta en Un mundo feliz, en la cual hay unos mandamases que pretenden controlar a los demás.

Por otra parte, se concibe la idea de que las personas persiguen por todos los medios llegar a alcanzar esa desdichada felicidad. Pero ¿por qué nos empeñamos en concebir la felicidad como una meta? Con el libro se muestra que para que seamos completamente felices debemos vivir en la ignorancia. Y como ese vacío de conocimientos no acompaña a la forma de ser del ser humano, debemos encontrar la felicidad en el trayecto de nuestro día a día.

En definitiva, no podemos plantearnos la idea de una sociedad perfecta si está compuesta de seres imperfectos.

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